
Es como si tuviera que decidir,
a cada instante en el que en mí misma me vuelvo,
si elijo del mundo estar
ó al ser rumbo buscar.
Elección cruenta, siempre misma,
que la mayor de las veces
fuerzas hago por evitar.
Inifinita pregunta, o muchas tal vez,
mas todas de una respuesta sola.
Y así todo tórnase ya irreal,
por qué es lo real aún desconocer.
Ya ahora pintado parece el mundo,
veo acuarelas caer, las figuras anímanse,
ruidos al tono y a propósito
de un sueño único, y compartido
por todos...
Siempre está presente,
la incisiva decisión latente,
y yo por miedo al desconcierto
huyo de ella y me abstengo.
Pero no es suficiente,
no es posible de la elección huírse,
¿o no es acaso mía la decisión de abstenerme?
Entre el mundo y el ser me hallo,
me veo, tirante, yendo y quedando,
volviendo y dejando, trayendo, llevando,
a tu no ritmo, sinfonía adormecedora,
que en nuestro origen ya desplegabas
tus habilidades engañosas.
Humanidad, ¿qué somos?
No podemos, mucho menos, ser arrogarnos;
del devenir nacemos y terminamos,
a veces incompletos, siempre limitados.
De mentiras se alimenta el mundo,
que a los sentidos y a razón burda
deliciosas le parecen muchas,
pero mentiras de amargos frutos,
frutos pobres, hijos de iniquidad,
de ignorancia, vicios e irracionalidad.
Horrible ya no es el sufrimiento,
horrible ahora es dudar de su realidad.
No dudo de su existencia, jamás,
pero ahora pregunta otra se forma:
¿quién-qué lo hace existir tan veraz?
A su lado también los veo estar
al orgullo, tan artero,
a codicia, tan banal;
a ignorancia, rastrera,
y las concupiscibles, cuán terrenal.
Pero yo aquí quieta
sin decisión firme alistar,
a estos desde acá los veo,
y a aquél me queda anhelar.
Ante estos muchas veces
suceptible mi temple dejo quebrar,
pero no así me dejo
vencer para ya no más levantar.
a cada instante en el que en mí misma me vuelvo,
si elijo del mundo estar
ó al ser rumbo buscar.
Elección cruenta, siempre misma,
que la mayor de las veces
fuerzas hago por evitar.
Inifinita pregunta, o muchas tal vez,
mas todas de una respuesta sola.
Y así todo tórnase ya irreal,
por qué es lo real aún desconocer.
Ya ahora pintado parece el mundo,
veo acuarelas caer, las figuras anímanse,
ruidos al tono y a propósito
de un sueño único, y compartido
por todos...
Siempre está presente,
la incisiva decisión latente,
y yo por miedo al desconcierto
huyo de ella y me abstengo.
Pero no es suficiente,
no es posible de la elección huírse,
¿o no es acaso mía la decisión de abstenerme?
Entre el mundo y el ser me hallo,
me veo, tirante, yendo y quedando,
volviendo y dejando, trayendo, llevando,
a tu no ritmo, sinfonía adormecedora,
que en nuestro origen ya desplegabas
tus habilidades engañosas.
Humanidad, ¿qué somos?
No podemos, mucho menos, ser arrogarnos;
del devenir nacemos y terminamos,
a veces incompletos, siempre limitados.
De mentiras se alimenta el mundo,
que a los sentidos y a razón burda
deliciosas le parecen muchas,
pero mentiras de amargos frutos,
frutos pobres, hijos de iniquidad,
de ignorancia, vicios e irracionalidad.
Horrible ya no es el sufrimiento,
horrible ahora es dudar de su realidad.
No dudo de su existencia, jamás,
pero ahora pregunta otra se forma:
¿quién-qué lo hace existir tan veraz?
A su lado también los veo estar
al orgullo, tan artero,
a codicia, tan banal;
a ignorancia, rastrera,
y las concupiscibles, cuán terrenal.
Pero yo aquí quieta
sin decisión firme alistar,
a estos desde acá los veo,
y a aquél me queda anhelar.
Ante estos muchas veces
suceptible mi temple dejo quebrar,
pero no así me dejo
vencer para ya no más levantar.
Ro.



